MARTES, 27 DE MARZO DE 2012

LECTURAS AL PASO
Los ricos también lloran
UN LIBRO PARA DISCUTIR

Historia de mi gente, de Edoardo Nesi

     Érase una vez una pequeña ciudad de la Toscana italiana. Se llamaba Prato. Ensombrecidos por la inmensa fama de su vecina Florencia, sus habitantes comprendieron que debían construir su futuro a base de esfuerzo y dedicación. Reconstruyeron los antiguos telares de los artesanos que habían sido destruidos durante la ocupación nazi, empezaron a levantar fábricas y trabajaron sin descanso hasta convertir Prato en uno de los grandes centros de la industria textil de Europa. Durante cincuenta años, hasta la llegada del siglo XXI, en Prato se hizo real el paraíso.


     Cualquier persona que tuviera energía y ganas de progresar encontraba un trabajo en las fábricas textiles, los ricos alemanes del norte compraban todo el género e incluso pagaban más de lo esperado, todos los empresarios mostraban gran valía moral y profesional. Las familias aumentaban. Todos tenían su hermosa casita. Los viejos, con la sensación del deber cumplido, se jubilaban felices y los jóvenes ocupaban su puesto en la cadena. Los dueños de las fábricas, con una sonrisa en los labios, pagaban las nóminas con gusto y aumentaban los derechos de los trabajadores. Los políticos no se inmiscuían en los asuntos industriales porque tenían suficiente con recibir algunos impuestos y suculentas donaciones. Prato crecía y crecía hasta triplicar su población en medio siglo. Y los pratenses eran felices. Y comían perdices. Y sabrosos pescados del Mediterráneo. Era un cuento de hadas. Era el paraíso.

     Edoardo Nesi era uno de esos empresarios locales de la industria textil. En realidad, era la tercera generación de una familia de industriales. El último de su estirpe cuando en 2004 vendió su empresa. Justo antes de que todo estallará. Justo antes de que el mundo se viniera abajo para Prato y sus gentes. En Historia de mi gente busca explicaciones para ese derrumbe. Busca un culpable y lo encuentra en los políticos que promovieron la globalización de la economía y que no defendieron la industria textil italiana y permitieron que hordas de chinos compitieran de manera desleal con los artesanos italianos. Los chinos bajaron los precios y para ello, claro, bajaron la calidad del producto. Las condiciones de trabajo en sus talleres eran horribles y además, qué desfachatez, la gente prefería comprar sus productos. Nesi tuvo suerte de vender su empresa a tiempo y dedicarse a lo que siempre le gustó: escribir. Y después de cuatro o cinco novelas, con Historia de mi gente ha ganado el Premio Strega, uno de los másimportantes premios literarios italianos. Y lo ha ganado escribiendo un relato que transita entre la novela y el ensayo económico-sociológico. Sin duda, un libro fantástico.

     Fantástico, sí. A la altura de los mejores clásicos del género fantástico. ¿De verdad has leído el primer párrafo de esta reseña y no se te han levantado las cejas? ¿De verdad has pensado por un momento que existió realmente un lugar como el que se describe, donde todos vivían en armonía y colorín colorado? Prometo solemnemente que esa es la tesis de partida de Edoardo Nesi. Estoy seguro de que sabe más que yo de la historia reciente de Italia, su propio país, pero creo que se olvida de algunas cosas. De muchas cosas. Se olvida de la postguerra y de la difícil reconstrucción del país tras los años de fascismo. Se olvida de los años en que millones de italianos emigraron de su país en busca de una vida digna. Se olvida de la fractura entre el Norte y el Sur. Se olvida de la insatisfacción generalizada que desde finales de los sesenta dio lugar a graves conflictos sociales, a la formación de sindicatos de clase fuertes y movimientos revolucionarios que buscaban destruir un orden social que calificaban de injusto. Se olvida de los Años de Plomo y de las Brigadas Rojas. Se olvida de Berlusconi. Se olvida, en fin, de que la historia de Italia, y en general de toda Europa. desde la Segunda Guerra Mundial hasta ahora no ha sido precisamente un camino de rosas. En estos días oscuros todos nos olvidamos de ello. Pensamos que la culpa la tienen los políticos. Los banqueros. Los americanos. Los chinos. O Alejandro Magno. O Jesucristo. Qué más da. Alguien tiene la culpa de que ya no vivamos en el paraíso. Aunque nunca viviéramos en él. La vida ya no es lo que era. O no. La vida nunca fue lo que era.

     Edoardo Nesi escribe desde el dolor y el resentimiento. Desde la pérdida de lo que le ha dado sentido a él y a su gente. Se desnuda en este libro y eso, en cierto modo, lo salva. Eso y que sin duda es un escritor de primer nivel. Pero mientras leía las páginas de su libro, y he de decir que no pude levantar la vista la última página, no podía olvidar que él sí es uno de los privilegiados, que él sí es uno de los pocos que vivieron en el paraíso mientras la mayor parte de la gente se afanaba simplemente por salir adelante. Y que él sostenga que la culpa de todo la tiene la globalización, los chinos, los políticos o el escaso aprecio que tienen los consumidores por vestir ropa de calidad, que sostenga que sin su intervención Prato seguiría siendo un paraíso terrenal es, como mínimo, indecoroso. Y que le hayan dado uno de los premios más importantes del panorama literario italiano por Historia de mi gente, al margen de su indudable capacidad para narrar, demuestra lo confundidos y ofuscados que nos encontramos. Edoardo Nesi, yo y los chinos. Todos. Sin distinción.

      Por cierto, estoy dispuesto a aceptar todos los comentarios críticos con esta reseña que quieran hacerme. Historia de mi gente, sobre todo, me parece un libro que debe ser discutido.




Historia de mi gente, de Edoardo Nesi. Editorial Salamandra

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